El Museo Grévin de París, sinfonía de ecos y pensamientos – Capítulo 1 de 4. ©Manuel Peñafiel, fotógrafo, escritor y documentalista mexicano.
El Museo Grévin de París, sinfonía de ecos y pensamientos – Capítulo 1 de 4.
©Manuel Peñafiel, fotógrafo, escritor y documentalista mexicano.
A finales del siglo 19 época en que la prensa escrita empleaba poco la fotografía, el periodista Arthur Meyer, fundador del diario Le Gaulois anhelaba ilustrar en tres dimensiones a los personajes que protagonizaban los hechos relevantes del momento; incitado por su entusiasmo de reportero acudió al escultor, diseñador y sastre Alfred Grévin, quien desbordó sus talentos en erigir representaciones en cera de la gente sobresaliente en su actividad profesional, contando además con la decoración estilo barroco patrocinada por el financiero Gabriel Thomas. El éxito fue rotundo desde la apertura del museo en 1882. Actualmente el deslumbrante talento de los sucesores de Grévin ha logrado reunir una colección de seis cientos de figuras ordenadas en escenas; esta institución ha recogido significativos episodios históricos, y momentos de la popularidad efímera de aquellos ligados a la diversión, y la política; así como los hechos culturales y científicos transcendentales que van desde la historia de Francia hasta la contemporaneidad, su acervo total es de tres mil efigies.
Una de las celebridades con quien ahí me topé, fue Jean – Paul Sartre, él se encontraba revisando uno de sus libros en el Café Flora, sitio favorito para conversar de él, y de su pareja la escritora Simone de Beauvoir. El filósofo con tenue ademán me invitó a sentarme a su lado, pidió al mesero una taza de café expreso, y después de un pausado sorbo y una prolongada fumada a su cigarrillo, comenzó a decirme: Puesto que dios no existe, no existe la naturaleza humana, el hombre no tiene esencia, es lo que él mismo se ha hecho. El hombre es responsable de sí mismo y de todos los hombres, somos responsables de nosotros mismos porque lo que somos depende de lo que hemos querido ser, no de un destino divino, pero somos también responsables de los demás porque nuestras acciones comprometen a la humanidad entera. La libertad humana trae consigo los sentimientos de angustia, desamparo y desesperación. Angustia ante el hecho de que es uno mismo el responsable de sí mismo, desamparo porque la elección se hace en soledad.
Eso que usted dice, lo deduje instintivamente durante el transcurso de mi existencia, le repuse a Sartre, y estoy de acuerdo con usted; comentándole que los seres humanos no aceptan su cobardía al negar su responsabilidad en cada acto de su vida, delegando el acontecer de los sucesos a inexistentes divinidades imaginadas por mitologías religiosas. A la mayoría de los seres humanos les aterra la soledad, por lo tanto, se consuelan pensando que allá arriba en el cielo vive un padre omnipotente y protector. La libertad es doloroso trofeo, pero bien vale la pena luchar para conseguirla, sin embargo, pocos son los que se atreven a cavar con desnudas manos hacia el interior del laberíntico razonamiento, para después de la interna lucha disfrutar la pulida gema autónoma y repelente al cautiverio que imponen las religiones, y la prejuiciosa sociedad, carnavalillo de disfraces confeccionados con falsas actitudes, agregué finalmente.
Je suis d’accord avec vous… concuerdo totalmente con su filosofía, Monsieur Peñafiel, repuso Sartre; no hay otro legislador que el hombre mismo. Para el existencialismo sólo hay realidad en la acción, el hombre existe en la medida en que se realiza, es el conjunto de sus actos y nada más.. Este pensamiento es duro para aquellas personas descontentas con lo que son, pero en cambio, el existencialismo es optimista, pues declara que el destino de cada uno de nosotros está en nuestra mano, dejando a un lado nuestra miseria para realizar nuestro proyecto, el héroe no nace héroe, se hace héroe, concluyó aquel filósofo de gruesas gafas, antes de despedirnos, ya que aún faltaban muchas personas a las que yo deseaba saludar en el Museo Grévin.
©Manuel Peñafiel - Fotógrafo, Escritor y Documentalista Mexicano.
El contenido literario y fotográfico de esta publicación está protegido por los Derechos de Autor, las Leyes de Propiedad Literaria y Leyes de Propiedad Intelectual, sin embargo, puede ser reproducido con fines didáctico - culturales mencionando el nombre de su autor Manuel Peñafiel y sus créditos por las fotografías; queda prohibido utilizarlo con fines de lucro.
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